Fernando, el perro que conquistó a una ciudad entera

Fernando, el perro que conquistó a una ciudad entera

El que caminó por las calles de Resistencia, Chaco, tal vez tuvo la oportunidad de ver en una de sus simples veredas, frente al museo  El fogón de los Arrieros,  un epitafio que dice «A Fernando, un perrito blanco que, errando por las calles de la ciudad, despertó en infinidad de corazones un hermoso sentimiento»

En la ciudad, el perro Fernando es todo un emblema. Con su pelo blanco lanudo, este perrito callejero fue protagonista de diversos hechos sociales de su entorno hasta el día de su muerte. Era tan querido por la gente, que hasta el día de hoy los memoriales inundan las calles chaqueñas.

La historia de Fernando, comienza cuando el artista Fernando Ortiz arriba al bar Los Bancos, frente a la Plaza 25 de Mayo, para ofrecer un show de boleros. Durante su espectáculo, este perrito callejero se enamoró del cantante, a quien luego siguió sin que se de cuenta por las cuatro cuadras que separaban el bar del hotel Colón. En una de sus entrevistas Ortiz dijo “Al día siguiente me lo encontré durmiendo debajo de mi cama, así que lo bañé, le di de comer y nos hicimos muy amigos»

A partir de entonces, el perro Fernando se convirtió en uno más de todas las reuniones sociales de Resistencia. Era invitado de bautismos, casamientos y fiestas. Incluso, tenía agenda propia: desayunaba un café con medialunas en la mesa del gerente del Banco Nación y luego almorzaba en el Sorocabana o algún otro bar de la época, donde ya tenía su comida lista. Durante las tardes se lo podía ver en la plaza San Martín a la sombra de los árboles, huyendo del calor insoportable de Resistencia y, al atardecer, frecuentaba los ateliers de artistas como el pintor René Brusseau o los escultores Víctor Marchese y Juan de Dios Mena.

El perro Fernando. Una historia pet friendly.

Se comenta que de su padre adoptivo aprendió el buen gusto por el arte. En los recitales nocturnos, los artistas esperaban su aprobación final: si ladraba había que obsequiarle un bis, pero si se marchaba en silencio significaba que no había sido una muy buena presentación.

Cuando murió su padre, el can Fernando, que ya se había ganado el cariño de toda la ciudad, fue adoptado por la multitud. Acompañaba a algún abuelo en sus descanso en las veredas, jugaba a la par de los niños en los parques y escoltaba a las mujeres en su camino hacia el trabajo. Incluso, su presencia en las fiestas era todo un honor y los dueños de casa le abrían las puertas sin dudarlo. 

El 23 de Mayo de 1963, fue uno de los días más tristes y llorados por toda Resistencia. Un cruel automovilista atropelló a Fernando mientras cruzaba la calle y lo dejó tirado en el pavimento.  Al otro día, toda una ciudad procesaba detrás del pequeño cajoncito que contenía los resto rumbo a la puerta del Fogón de los Arrieros, donde fue enterrado. La historia cuenta que fue uno de los funerales más concurridos. 

Hoy en día, el perro más famoso del Chaco tiene dos monumentos. Una escultura en su tumba por la calle Brown, hecha de coloridos azulejos, y otra de bronce en la esquina de la Casa de Gobierno. Además, muchos músicos y artistas homenajearon su muerte, como por ejemplo la canción Callejero, que le habría dedicado Alberto Cortez y fue más tarde retomada por Attaque 77. También, en uno de los accesos a la ciudad, en un imponente cartel de bienvenida  puede leerse: «Bienvenido a Resistencia, ciudad de Fernando».

Momumento al Perro Fernando

El “cuzquito”  de pelo blanco, como muchos lo llamaban, pasó a la historia y cultura de la capital chaqueña como la más evidente demostración de que verdaderamente los perros son «el mejor amigo del hombre”.

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